Hoy toca hablar de los suplementos de proteínas, las ayudas ergogénicas más extendidas entre los deportistas, especialmente entre aquellos que entrenan en el gimnasio. Y decimos leyenda porque, pese a que se trata de una estrategia adecuada en cuanto a resultados, sus beneficios pueden alcanzarse sin más con el consumo de productos de origen natural.
Entonces, ¿por qué se consumen? Es obvio que existe una potente industria especializada en el sector que vende estos productos como pócimas mágicas, y que bebe sin escrúpulos de la ignorancia del consumidor. A mi juicio, la principal ventaja de estos productos reside en su comodidad, pues en apenas un minuto podemos tener preparado nuestro batido proteico a base de agua y proteínas en polvo, por ejemplo.
El umbral mínimo de proteínas para crear un estímulo significativo sobre la síntesis proteica debe ser 10 gramos, con una presencia mínima de 3 a 4 gramos de aminoácidos esenciales, es decir, aquellos que no sintetiza nuestro organismo. El incremento de creación proteica vendrá determinado por la cantidad ingerida, pero también por el momento de la toma (antes, durante o después) y porque exista un balance calórico positivo suficiente.
Existen preparados proteicos obtenidos a partir de la leche, el huevo, el calostro de bovino, el trigo y la soja. De esta última, pese a ser una fuente de origen vegetal, se han conseguido preparados de altísima calidad, y con elevadas cantidades de aminoácidos ramificados, glutamina y arginina, si bien poca cantidad de metionina.
Fuente: NACLEIRO. Entrenamiento deportivo. Fundamentos y aplicaciones en diferentes deportes. Editorial Panamericana. Madrid.
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