Y ya por último, debemos hablar
de otro tipo de antioxidantes, los clase E, que se utilizan como aditivos para
los alimentos y que, en algunos casos, han sido fuente de polémica por su
supuesta toxicididad para el organismo. Su fin último es evitar enranciamiento
del alimento, esto es, que adquiera olores y sabores desagradables.
¿Por qué estos aditivos comienzan
por la letra E? La razón es sencilla: su uso está aceptado por los países europeos.
Y el dígito, habitualmente de tres cifras, nos dice su funcionalidad. Aquellos
que comienzan por el número tres, como los que ahora nos ocupan, tiene
funciones antioxidantes, acidulantes y reguladores del PH, por ejemplo, el
ácido ascórbico o E-300. Los que comienzan por el número uno, como la curcumina
o E-100, sirven de colorantes y los que comiezan con el dos, como el ácido
sórbico o E-200, son conservantes.
Dentro de la familia de los 300,
como la famosa película, hay algunos de origen vegetal o animal, la mayoría de
ellos proceden de elaboración sintética. Los más polémicos, entre otros, han
sido E-311, E-320, E-321, E-380 y E-385. Y digo polémicos porque si bien en
pequeñas dosis no producen efectos adversos, en altas sí son potencialmente
peligrosos. O al menos así lo atestiguan numerosas fuentes. Porque aquí, como
todo en la vida, depende de quién financie el estudio en cuestión, la
todopoderosa industria o autores independientes, los resultados son bien
distintos.
Pero viendo el devenir de la
sociedad actual, ¿quién se fía de las intenciones de las grandes compañías,
cuyo único sentido de ser es el máximo beneficio económico? Una de las soluciones:
consumir alimentos lo más frescos y naturales posibles, alimentos ecológicos.
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